Las cosas claras. El presidente del Gobierno Regional de Ancash, César Álvarez Aguilar, fiel a sus rabietas e inestabilidad emocional se ha dedicado más que a gobernar en los primeros meses de su famélica gestión a atacar inclusive a su sombra. A los tres días de haber sido electo arremetió contra el Gobierno y lanzó sus primeras bravatas y amenazas de paros. Posteriormente su blanco predilecto fue el alcalde de la provincia del Santa, Guzmán Aguirre Altamirano, y más recientemente ha puesto la mira en la prensa ancashina, calificando a quienes la ejercen, sin aportar o revelar nombres y apellidos, de corruptos, coimeros y chantajistas.
Que entre sus sinceros y lastimeros ladridos haya parte de razón no es el punto en discusión. Efectivamente, coincidimos con él en que hay grandes intereses de irresponsables e insensibles empresarios industriales depredadores de nuestro mar que afectarían las mesas populares. Y lo rechazamos. Coincidimos en que Chinecas debe ser manejado por el Gobierno Regional, tal como lo disponen la Constitución vigente y la Ley de Bases de la Descentralización. Pero, ojo, pare, cuidado, mediante un manejo eminentemente técnico. No como un botín político. Y, ¡faltaba más, también coincidimos en que hay una mala praxis del periodismo… pero de ahí a generalizar y meter a todos en un mismo saco o disparar selectivamente contra aquellos periodistas y medios que informan de modo responsable, guiados únicamente por su compromiso con la ciudadanía, acerca de su aún pobre gestión o dan tribuna a denuncias y cuestionamientos en su contra, a los que está expuesto como personaje público, es inmaduro, febril pataleta e inconsistencia democrática.
Oiga usted, mi camaleónico señor (no olvidemos los distintos ropajes que ha utilizado en su ¿experiencia? política: la fujimorista de Vamos Vecino, la guzmanista del Movimiento Independiente Región Chavín, la color hígado y barro del Frente Independiente Moralizador, al parecer su mejor escuela), predilecto ahijado político de Luz Salgado Rubianes, conspicua representante del fujimorismo corrupto y putrefacto, usted sabe con meridiana claridad quiénes son esos periodistas, pues todo apunta a que éstos, cual fieles canes, lamen muy bien de sus generosas manos y actúan como feroces y desbocados rottweilers o dobermans, dispuestos a satisfacer al amo y su enojo, lanzándose a la yugular de quienes ejercen con corrección esta noble profesión, lo que solo es posible gracias a lo generosos que son algunos propietarios de medios televisivos y radiales que brindan espacio a cualquiera, ¡hasta a sentenciados!, que quiera vomitar mugre a través de él o ganarse la indulgencia de Césitar para meter a algún familiar a trabajar en la gestión pública… si por ello hasta censuran a sus periodistas, a sus cámaras y los sacan de su camino. Sabe usted muy bien quiénes son aquellos que maquillan sus tristes días frente al Gobierno Regional de Ancash para no perder la tajada de la publicidad oficial en sus agusanadas páginas. ¡Vamos, póngase los pantalones, y diga sus nombres y presente las pruebas de sus acusaciones!… Chimbote se lo va a agradecer.
Sepa usted que su verbo incendiario, disociador, divisionista, insultante, no nos va a desviar de la práctica de un periodismo independiente y crítico, valores fundamentales para el respeto de todas las demás libertades del sistema democrático, gracias al cual hoy es usted presidente regional y bajo cuyas reglas y obligaciones, al parecer, ya no quiere actuar.
Finalmente, una oportuna reflexión, y espero que la interiorice: recuerde que la democracia es una rica y amplia experiencia de expresión y participación de las diferencias; un sistema de construcción de consensos y superación civilizada de los conflictos; comunicación para el funcionamiento de las sociedades y en ella le compete a los medios, a los hombres y mujeres de prensa, entre otras responsabilidades, efectuar un control político, súper vigilar la transparencia de la gestión pública y fiscalizar sin compromisos ni militancias, pues solo así los ciudadanos, los mandantes, tienen la posibilidad y capacidad de vigilar los actos de sus gobernantes, la orientación social de sus propuestas, el uso de los presupuestos hasta la asignación de las licitaciones, el nombramiento de funcionarios, etcétera. Construya y gobierne bajo estas reglas.