Que no le preocupan los problemas reales del ambiente lo demuestra el hecho de que se pretende dejar fuera de este ministerio las direcciones ambientales del Ministerio de Energía y Minas, cuando la mayoría de problemas de contaminación ambiental es generado por las empresas mineras; pero, en cambio, se plantea absorber a otros entes como el Conam, Osinerg, Inrena, Digesa, Inade, Pronamachs, Imarpe, Senamhi, entre otros.
Este desinterés ecológico real de Alan García hace que el Estado promueva la venta de las tierras de las comunidades campesinas para explotaciones mineras, la intención de vender gran parte de la amazonía a las transnacionales y frente a los reclamos de los pueblos de Cajamarca, Piura, La Libertad, Ancash y otros por la contaminación ambiental, les da la espalda, acusándolos de revoltosos, de perros del hortelano, endiosando la inversión privada.
Pero el proyecto de la comisión Brack no es el único. La Comisión de Pueblos Andinos, Amazónicos y Afroperuanos, Ambiente y Ecología, que preside la congresista Gloria Ramos Prudencio, también viene debatiendo otro proyecto de ley para la creación el Ministerio del Ambiente y los Recursos Naturales. Justamente esta comisión realizó una audiencia pública en Chimbote el 22 de febrero pasado, con la participación del Instituto Natura, la Gerencia Regional de Recursos Naturales y Gestión del Medio Ambiente, la ONG Diaconía de Casma y el Consejo de Decanos de Colegios Profesionales de Chimbote. ¿Vendrá Brack a Chimbote a exponer también el proyecto gubernamental que le han encargado elaborar? Sería lo más saludable.
En la audiencia congresal se expuso el contenido de su proyecto de ley y se escuchó las breves intervenciones del público, haciéndose un rápido diagnóstico ambiental de Ancash a cargo de especialistas de la zona, con información que ya sabe: la contaminación de la bahía por la industria pesquera, siderúrgica y los efluentes domésticos, la contaminación de las cuencas hidrográficas por las mineras, industrias y la sociedad; el problema de la escasez del agua por la desglaciación y el calentamiento global, la inoperancia de las autoridades locales y regionales frente a estos problemas, la débil institucionalidad existente en materia ambiental, etcétera.
En cuanto al conocimiento de la contaminación ambiental se puede decir que cada uno de los chimbotanos y ancashinos somos expertos vivenciales en el tema; la cuestión está por el lado de las alternativas, la voluntad política para implementar estas alternativas, el financiamiento estatal-privado de las mismas y la organización ciudadana para fiscalizar su cumplimiento.
El Consejo Nacional del Ambiente, Conam, que tiene en Ancash dos comisiones ambientales, la CAR costera y la CAR de la sierra, terminó como palo de gallinero, porque le llovieron críticas de todos lados, básicamente porque, según se dijo en la audiencia, tiene bonitos diagnósticos y planes ambientales pero está incapacitada para fiscalizar y sancionar a las empresas contaminantes, al margen de las buenas intenciones de su personal.
La misma incapacidad podría pasar con el futuro Ministerio del Ambiente, así que desde ahora se está poniendo el parche. Es por ello que el ingeniero Efraín Arana, de la ONG Diaconía, agarró el toro por las astas y planteó una interrogante muy interesante ¿se necesita en el país un Ministerio del Ambiente o una Sunat Ambiental? Es decir, los estudios, las normas, las políticas, en buena cantidad, ya existen, pero lo que pasa es que no se cumplen, de ahí que sea necesario un organismo técnico autónomo, sin ingerencias políticas, para establecer sanciones drásticas a los agentes contaminantes.
Así como la Sunat tributaria que tenemos persigue a los evasores de impuestos, así la Sunat Ambiental que se crearía perseguiría a quienes contaminan el ambiente. En el fondo lo que está tocando Arana con esta interrogante es el asunto de la corrupción, la falta de compromiso existente frente a la contaminación ambiental.
El otro problema que se va a generar con un nuevo ministerio es lo relativo a las direcciones regionales y zonales que estarían a cargo de los gobiernos regionales y locales, generándose conflictos intergubernamentales que, francamente, convertirían al Ministerio del Ambiente en una réplica de los otros ministerios, donde aún no se resuelve este tipo de coordinación local, regional, nacional.
Por otro lado, si analizamos el caso de Chimbote, preguntamos ¿si hubiéramos tenido autoridades locales con pantalones, principios e inteligencia, se hubiera permitido su contaminación? Por supuesto que no; o en todo caso, el impacto ambiental hubiera sido mínimo, no de una manera catastrófica y casi irreversible; porque ahora, luego de más de 50 años de contaminación pesquera, siderúrgica y doméstica, ¿será posible recuperar la bahía? Estamos en otros tiempos, en otro contexto; donde a la clásica contaminación se suma ahora los efectos más radicales del calentamiento global.
El debate está planteado. Hay dos proyectos de ley oficiales, uno del Ejecutivo y otro del Congreso, se dice que hay otros más; muchos apoyan la creación del Ministerio del Ambiente, otros lo critican y son escépticos frente al tema, creen que es otro engaño más del Presidente Alan García. Sea la forma final que se le de a la autoridad ambiental nacional, lo cierto es que como sociedad civil debemos fortalecer nuestra unidad y organización para participar en la gestión ambiental de una manera propositiva y vigilante.