¡Hay tantos atardeceres, amigos, vinos, mares, romances, valles, montañas, tierras y desafíos que renovar y disfrutar!… ¡Tantos mañanas que parir!
Tuquillo, La Gramita, Las Salinas, Vesique, Las Mellizas, Punta Gritalobos, Tortugas, Bermejo, Los Chimus, por citar Ancash solamente, nos esperan aquí cerquita nomás. Aguas limpias, sunsets de ensueño, noches estrelladas, brisa marina acariciando el rostro, fogata, guitarra, los brazos de tu pareja o la sonrisa franca de los amigos de verdad, historias nocturnas… ¡El paraíso frente al mar!
¿Qué necesitas?… Actitud de aventurero y una carpa, ¡para qué más! Y, claro, ella, él o ellos (según sea el caso) Aunque estar acompañados de soledad de vez en cuando es sumamente recomendable (es decir tú y tú, nadie más).
Imagínate: atardece, la abrazas; anochece, la besas; una estrella, mil estrellas, brillan, coquetean, las disfrutan juntos; el fuego te abriga, le susurras tu amor al oído; la orilla les llama, la recorren juntos, tomados de las manos y el corazón. La noche es larga… su piel también.
¿No está ella o él?… Abres un vino, sino una cerveza, compartes historias con la mancha, la patota, la gentita. Cantan. Intercambian risas. Buscan sirenas en lontananza (y también al costado). Cantan. Un partido de fulbito, o vóley, en la arena tibia. (¿Jugar a las escondidas, hummm?… en todo caso, procura que te encuentre). Vuelven a cantar. Descorchas otro vino, abres otra cerveza. Ven morir el sol. Amanece, te nacen nuevas energías.
De eso se trata, no están los insoportables Álvarez, ni los García, ni carreteras bloqueadas, ni la cansina y cínica retórica de los demagogos que viven de la mentira hecha oficio. No jefes. No obligaciones. No hay cuentas por pagar, solo la deuda que tienes contigo mismo: ser feliz, aunque sea brevemente. Pues eso, finalmente, es la felicidad, trocitos de vida que te encuentras a la vera del camino o que fabricas con ánimo y buen humor… Habla, ¿te apuntas?