Nos especializamos en comunicación corporativa y gubernamental, comunicación electoral, gabinete de prensa, agenda de medios, media training, gestión de comunicación de crisis, organización integral de eventos sociales y académicos, relaciones públicas, estrategia de social media, producción y creación audiovisual.

  • Comunicación Estratégica

    Nos especializamos en Comunicación Corporativa y Gubernamental, Comunicación Política, campañas electorales, Media Training, gestión de comunicación de crisis, agenda de medios, estrategia de social media, eventos sociales y académicos, relaciones públicas, identidad corporativa, marketing.

  • Prensa y RRPP

    Destacar el valor de tu servicio o producto frente a los de la competencia es cada vez más una cuestión de realizar acciones de relaciones públicas y difusión periodística. Qué, cómo y a quién me dirijo son cuestiones fundamentales.

  • Monitoreo y escucha de medios de comunicación

    Conocer la agenda de los medios te permite ir un paso adelante. Contarás con un radar de iniciativas y monitorización de temas, tanto por fuentes públicas como por fuentes propias. Toda una unidad de inteligencia a tu servicio con la que tendrás información oportuna en tiempo y lugar. Conseguirás prevención, anticipación y oportunidades para defender tus intereses en la toma de decisiones.

  • Campañas electorales.

    Construimos empatía, comunicando de manera efectiva sus propuestas en los distintos medios. Posicionamos ideas fuerza en la población, utilizando los mejores recursos del marketing, el diagnóstico de escenarios y la investigación de mercado para lograr el éxito de su marca política. Fortaleza contra debilidad, siempre.

  • Comunicación de gobierno.

    Asesoramos a las autoridades políticas y funcionarios en el diseño de programas y estrategias que les permitan acercar la percepción de la población con los resultados de su trabajo al servicio de la ciudadanía. Realizamos media training (entrenamiento de voceros) para un impacto positivo. Trabajamos por una comunicación eficiente de logros.

  • ¡Tu satisfacción total es nuestro propósito!

    Comunicas aunque no lo pretendas, así que hazlo de forma creativa, planificada y profesional. Diseñamos planes de comunicación corporativa, externa e interna, así como acciones de relaciones públicas, para difundir y consolidar la imagen y actividad de nuestros clientes entre todos sus públicos estratégicos.

Un cambio de actitud es la actitud

Ítalo Jiménez Yarlequé


¿Desea obras realmente importantes, que impacten positivamente en su bienestar y desarrollo personal, familiar y comunal? ¿Está cansado de veredas, carreteras, aulas, servicios básicos e infraestructuras que colapsan antes de lo previsible? ¿En vez de una fuente ornamental prefiere un parque en su zona de residencia? ¿Busca potenciar sus habilidades y capacidades para insertarse en cadenas productivas y generarse mejores ingresos?... ¿Qué espera entonces para dejar de ser espectador y pasar a ser protagonista?

El desarrollo depende no solo de las autoridades (es un tema demasiado importante y vital para cometer el error de dejarlo únicamente en sus manos -y en algunas largas uñas), requiere del compromiso y la participación de todos: especialistas, técnicos, líderes y, fundamentalmente, usted, para discutir pública, participativa y democráticamente los problemas y obstáculos a superar en la elección de caminos adecuados para mejorar nuestros índices de desarrollo humano. Obviamente basados en el diálogo y la concertación, con la fuerza que nos da la Ley del Presupuesto Participativo, por citar un ejemplo.

Usted, yo, nosotros, todos, tenemos el deber de superar el viejo paradigma de una planificación para el desarrollo excluyente, en la que las autoridades y técnicos priorizaban el aspecto económico-material (como infraestructura, servicios, tecnología, etc.) en desmedro de una visión integral que, además de lo anterior, busque ampliar capacidades, información, libertades, derechos y deberes, autoestima y equidad.

En esta visión los ciudadanos ya no deben ser percibidos como meros objetos pasivos de desarrollo (“los demás lo hacen, es su deber”), sino como sujetos activos, participantes, como el epicentro mismo de su desarrollo. Como dueños de sus destinos, deben participar en alcanzar la meta común de mejorar las condiciones y la calidad de vida propia y de los demás, poniendo los mayores esfuerzos y creatividad para crecer no solamente en el aspecto económico sino preponderadamente como seres humanos, ampliando capacidades y oportunidades no sólo para tener más (propiedad) sino para hacer más (producir) y ser más (crecer como personas).

Para ello, requerimos un cambio de actitud frente a la vida y asumir el desarrollo como meta personal y colectiva, sin escatimar esfuerzos. Es decir, hay que entrar a la cancha y jugar nuestro partido: en época electoral, eligiendo responsablemente ideas y programas viables; proponiendo y sustentando proyectos de bienestar común; vigilando y fiscalizando el uso de los recursos públicos (lo que incluye rechazar y denunciar la corrupción, es decir el viejo y nocivo “roba, pero hace obras” que comentamos en una anterior columna). Empecemos por organizarnos en nuestra calle, en la manzana, en el barrio, en el pueblo joven, pongámonos el uniforme de la ciudadanía y dirijamos la proa hacia los mares de la democracia participativa. Sé arquitecto de tu destino y del destino de los tuyos. Un cambio de actitud es la actitud que más necesitamos.
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Corrupción, algunas causas que atacar

Ítalo Jiménez Yarlequé

En el post anterior hablábamos de lo pernicioso de la corrupción para nuestra sociedad y anunciábamos que pondríamos a consideración de ustedes, amables lectores, algunas variables que generan y promueven esta lacra. Obvio que no son las únicas a tener en cuenta, pero son importantes.
En primer lugar, debemos resaltar que el paupérrimo nivel de educación en valores pasa la factura finalmente a través de una relación inversamente proporcional al nivel de corrupción. Este es un punto que pasamos por alto, o minimizamos, por estar siempre buscando la viga en el ojo ajeno; por practicar ese conocido deporte nacional de volcar las culpas y responsabilidades en los que nos rodean y no cuestionarnos ni cuestionar qué clases de personas y ciudadanos estamos formando en casa.
En segundo término apuntemos al clientelismo y la falta de transparencia en las instituciones públicas, que son otros notorios insumos para la hirviente y ancha olla de la corrupción. Es insoslayable la negrura y turbidez con la que actúan los distintos gobiernos públicos. El clientelismo en todos los niveles de gobierno es muy elevado. Nuestras municipalidades y empresas públicas están plagadas de empleados que están allí por ser del partido o amigos de la persona oportuna. Abundan los empleados que entraron de forma provisional y se quedaron allí de por vida, que carecen de valores de servicio y que nunca se jugarán su puesto por defender el interés general. También es incomprensible que, salvo pequeñas excepciones, no existan mecanismos mínimos de evaluación del desempeño de nuestros servidores públicos. Como consecuencia, la carrera está demasiadas veces vinculada a las fidelidades personales y no a la valía y profesionalidad.
En tercer lugar, tenemos demasiadas normas innecesarias y muchas leyes necesarias que no existen, y cuando existen no se cumplen y no ocurre nada. Las leyes de incompatibilidades son sistemáticamente violadas; no se regulan los conflictos de interés; en fin, parece que no nos tomamos muy en serio la prevención y la lucha contra la corrupción… y hay que ver cómo nos va.
Exhortamos a una preocupación mayor por dar formación e información a la ciudadanía sobre los enormes daños que causa a un país la corrupción. Deberíamos incorporar a la educación formal un análisis de la corrupción y sus efectos. La sociedad civil debe implicarse de modo más comprometido en esta lucha, porque resulta insostenible para nuestras expectativas de bienestar, desarrollo y democracia, convivir y justificar a la corrupción y los corruptos; por ello, invocamos y llamamos a una respuesta contundente y efectiva de todos contra este cáncer moral, ya que una sociedad no puede resignarse a él y, por el contrario, es su deber exigir urgentemente de nuestros representantes una respuesta consensuada y efectiva contra tal lacra social. Sus acciones, más que sus dichos y discursos contra ella, pueden ser buenos indicadores para decidir por quién o quiénes votar en los jornadas electorales que se cumplirán entre este año y el próximo.
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¿Es válido robar si se hacen obras?

Ítalo Jiménez Yarlequé

“Roba, pero hace obras”. ¿Cuántas veces ha escuchado -o incluso dicho- esta lamentable y equivocada frase soslayando la gigantesca apología a la falta de moral y ética que contrabandea? La corrupción, es corrupción y punto. Es como un cáncer que avanza imparable si no se toman medidas para detenerlo. Sus redes, sus largos brazos y uñas se expandirán y controlarán más empresas, instituciones de todo nivel, municipalidades, gobiernos regionales y hasta organismos esenciales del Estado si los partidos, los Gobiernos y, sobre todo, la sociedad no se unen para detener esta enfermedad social.

El truco, la insana trampa de la tristemente célebre frase “roba, pero hace obras” subliminalmente anida en nuestras mentes la idea de que la corrupción es un peaje a pagar en la búsqueda del desarrollo y el bienestar deseados. Nada más lejos de la realidad. Las economías más sólidas, los países con mayor índice de desarrollo humano son países bastante honestos. La corrupción, como demuestran irrebatibles estudios, aleja la inversión, genera gastos innecesarios y reduce los ingresos públicos. Una sociedad con alta corrupción elabora políticas para beneficio de unos pocos, no de ella en su conjunto; una sociedad con alta corrupción genera infraestructuras deficientes (recuerde las pistas y veredas rápidamente agrietadas; las instituciones educativas y postas mal construidas; las redes sanitarias prontamente colapsadas, etcétera). La corrupción produce un deterioro en el funcionamiento de la justicia (los culpables salen libres y los inocentes son encerrados), daña el Estado de Derecho y genera profundas desigualdades sociales (obras para los amigos, indiferencia para los enemigos).

Lamentablemente la corrupción seguirá expandiéndose de seguir percibiéndose y comprobándose la impunidad en la que se mueve, pues resulta racionalmente rentable arriesgarse a ganar mucho dinero robando a una colectividad difusa, atomizada, dividida, sin peligro de ir a la cárcel por hacerlo. Es obvio que personas con principios éticos sólidos no aceptarán este intercambio, pero, por desgracia, la solidez de los principios no está garantizada entre nuestra clase política y una buena parte de la sociedad civil. En una posterior columna examinaremos algunas variables importantes que oxigenan a la corrupción.

Por ahora, fundamentalmente, buscamos enfatizar el siguiente mensaje: no debemos resignarnos, es posible luchar contra la corrupción y ganarle la batalla. Para ello, es ineludible tomar el problema en serio. Se requiere y urge una respuesta contundente y efectiva de la sociedad civil contra esta lacra; la sociedad no puede resignarse a tal degradación moral y debe empezar por desechar frases como la señalada al inicio de esta columna. Si usted le exige al futuro que sea mejor que el presente, usted, entonces, debe luchar por ese futuro, debe comprometerse, de modo práctico, con él. No justifiquemos esta pudrición social, pues, literalmente, mata.

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