Ítalo Jiménez Yarlequé
Nació para reconstruir, fortalecer y consolidar el tejido social de nuestra provincia; vio la luz como enérgica respuesta a la problemática que afectaba a esta parte del país y las justas aspiraciones de sus pobladores; como un puño a blandir ante el abuso y la postergación de los gobernantes de turno; para afrontar las dificultades generadas por la atomizada y desarticulada organización sindical, que debilitaban las demandas sociales. En fin, prorrumpió para darle una firme voz contestataria, a la vez que propositiva y democrática, a un pueblo que veía como el tren de las oportunidades pasaba de largo una y otra vez, sin parada alguna, ante la sonriente complicidad de un Estado que persistía –y persiste- en favorecer otras tierras y en postergarnos sistemática y crónicamente. Encendió algunas luces de esperanza –con logros y desaciertos- que ahora palidecen y se apagan.
El Frente de Defensa de los Intereses de la Provincia del Santa tuvo memorables jornadas contra el fujimontesinismo, contra el toledismo y contra el aprismo, en tanto y en cuanto, gobiernos que miraban nuestra localidad de costado, especializándose en promesas que nunca cumplieron y en poner trabas y trampas para retardar, sino cercenar, nuestras expectativas de desarrollo y bienestar… Pero, lamentablemente hoy ha devenido en comparsa y patético Felipillo del poder amarillo encaramado en el Gobierno Regional de Áncash, al cual hace coro, en vez de lanzarle frontalmente la exigencia de avanzar con efectividad en la ejecución de los proyectos prioritarios que se comprometió a ejecutar.
El Frente de Defensa, ¡qué duda cabe!, ha claudicado ante el insaciable apetito de algunos canallescos dirigentes que han utilizado una vez más su posición dirigencial para tratar de enrumbar sus proyectos y afanes personales, a costa de arriar las banderas de control y fiscalización del poder. Insoslayablemente, una voracidad electorera los anima a traicionar los principios que fingieron defender cuando, teatralmente, enfrentaron a la anterior dirigencia acusándola, ¡vaya ironía!, de aconchabarse con César Álvarez y su cuestionado entorno político. Venta de conciencias, que le llaman.
Al igual que quienes antaño fueron blanco predilecto de sus críticas más ácidas y mordaces, ahora también Juan Chuiz –y junto a él su corte de convenidas pirañitas hambrientas de un pedacito de poder- ha perdido legitimidad, con lo que se vuelve cómplice de la ineficacia e ineficiencia que mantienen en el atraso y postergadas las obras más prioritarias que deben traer progreso y bienestar a la provincia del Santa.
Se impone una purga y la extirpación de los elementos cancerígenos que han puesto en un estado de enfermedad servil al Frente de Defensa de los Intereses de la Provincia del Santa, para favorecer con sus silencios y sus cortesanos ‘chí cheñol’ al movimiento político que desgobierna Áncash. La sociedad necesita de reales y sinceros canalizadores de sus demandas y aspiraciones.
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